La autofluorescencia es un tipo de examen o prueba que realizan los oftalmólogos para diagnosticar enfermedades que afecten al epitelio pigmentario de la retirna y el fondo de ojo. Como por ejemplo las relacionadas con la retina o la mácula. Suele ir acompañada de otras pruebas como la OCT y la angiografía de fluoresceína.
¿En qué consiste la autofluorescencia?
La autofluorescencia es un procedimiento rápido y cómodo para el paciente, además, no es muy invasivo. Se basa en una propiedad del mismo nombre que tiene el fondo del ojo. Usa las propiedades fluorescentes de un indicador metabólico llamado lipofuscina. Es un pigmento de color amarillento que queda de la descomposición de los glóbulos sanguíneos que puedan estar dañados. En condiciones normales, forma parte del epitelio pigmentario de la retina. Por tanto, cualquier cambio en esta zona se verá reflejada con esta prueba.
Existen dos tecnologías para la obtención de imágenes de autofluorescencia: la primera, consiste en usar una cámara de fondo diseñada especialmente para ello que es capaz de tomar fotografías con filtro de 580 nm y un filtro de barrera de 695nm (Topcon). La otra opción es usar un láser con focal de barrido, que utiliza una luz azul de 488nm y un filtro de barrera de 500 nm.
La autofluorescencia nos aporta una gran cantidad de información sobre la situación funcional de las células y pigmentos de la retina. Sobre todo a la hora de determinar cualquier tipo de degeneración macular, ya que evalúa su estado y los posibles cambios recientes así como sus perspectivas.
Esta técnica ha revolucionado el campo del estudio y análisis de la retina al ser capaz de ofrecer diagnósticos más exactos que permiten elegir los tratamientos más adecuados para las enfermedades maculares y retinianas. Durante los últimos años se ha desarrollado de manera muy rápida la tecnología de imagen y diagnóstico de este tipo de enfermedades que ha revolucionado todo el sector clínico y de investigación, especialmente en relación con la salud de la retina.
Equipo IOTT